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Enfermedad por descompresión en el buceo



El aire que respiramos está compuesto, principalmente, por nitrógeno y oxígeno. Cuando buceamos, cada inspiración realizada contiene más moléculas de estos gases que en la superficie, dado que es aire comprimido a una presión elevada. Como el organismo utiliza oxígeno constantemente, el exceso de este no se acumula en el cuerpo. Sin embargo, el exceso del nitrógeno sí se acumula en la sangre y los tejidos.


Durante el ascenso tras una inmersión, a medida que disminuye la presión exterior, el nitrógeno acumulado que no se puede exhalar de inmediato forma burbujas en la sangre y los tejidos. Estas burbujas pueden expandirse y lesionar los tejidos o pueden obstruir los vasos sanguíneos, provocando pequeños coágulos de sangre.


En medicina, esto se conoce como embolia gaseosa, producto de la disminución brusca de la presión atmosférica. Pero también tiene otros nombres, como “enfermedad de los buzos”, “mal de presión” o “enfermedad de Caisson". Aunque lo más usual es llamarlo “enfermedad por descompresión”.



¿Qué efectos produce?


Al obstruirse los vasos sanguíneos en el cuerpo, esta enfermedad causa un dolor fuerte que afecta diferentes partes del cuerpo. También se pueden presentar otros síntomas, como dificultad para hablar o mover un lado del cuerpo, mareos, hinchazón, síntomas similares al a gripe, dolor en músculos, articulaciones y tendones.


Otros síntomas posibles son fatiga, dificultad para respirar y dolor torácico. Cuando se produce una parálisis transitoria, puede llegar a generar lesiones permanentes en la persona, e incluso podría causar la muerte.


Por lo general, los síntomas de la enfermedad por descompresión se manifiestan de un modo lento. La mitad de las personas suele presentar los primeros síntomas luego de una hora de haber salido a la superficie, pero en la mayoría de los casos, los síntomas pueden presentarse incluso al cabo de 6 horas. Los síntomas comienzan de forma gradual y tardan un tiempo en alcanzar el punto más fuerte.


Es probable que los primeros síntomas en aparecer sean fatiga, la sensación de malestar general, falta de apetito y un dolor de cabeza intenso.




Efectos tardíos


La enfermedad por descompresión puede presentar necrosis ósea (osteonecrosis disbárica) como un efecto tardío. Esta implica la destrucción del tejido óseo (huesos), principalmente en hombros y cadera, provocando un dolor persistente y discapacidad grave. Esta lesión no es normal encontrarla en el buceo recreativo, sino en buzos que trabajan en ambientes submarinos profundos, ya que están expuestos a una presión muy elevada por tiempos prolongados.


Los problemas neurológicos crónicos, como la parálisis parcial, suelen ser producto de un tratamiento inadecuado o muy tardío. En algunos casos la lesión en la médula espinal puede ser corregida, pero hay situaciones en que la lesión es demasiado grave.



Tipos de Enfermedad por descompresión


Tipo I (menos grave)

Causa dolor en articulaciones de brazos, piernas, espalda y músculos. Puede ser un dolor leve al inicio, pero es posible que se intensifique con rapidez. Empeora con el movimiento. En algunas ocasiones puede presentar picazón, erupción en la piel, inflamación y fatiga extrema. No son síntomas mortales, pero pueden desencadenar problemas más complicados o peligrosos para la salud.


Tipo II (más grave)

Produce síntomas neurológicos, desde parálisis leve hasta la muerte. La parte más vulnerable suele ser la médula espinal. Cuando ésta se afecta, los síntomas suelen ser entumecimiento, dolor en abdomen y espalda, debilidad progresiva hasta la parálisis irreversible e incapacidad para controlar las evacuaciones.


Cuando hay afectación cerebral, los síntomas suelen ser dolor fuerte en la cabeza, confusión, dificultad para hablar y visión doble. Si se afecta el oído interno, se puede presentar un vértigo severo y pérdida de la audición. En cambio, si la afectación es pulmonar, se produce tos y dolor torácico que pueden dificultar progresivamente la capacidad respiratoria (se puede dar asfixia).



Prevención


En el buceo, la mejor forma de prevenir la enfermedad por descompresión es evitar la formación de burbujas de gas nitrógeno. Para lograrlo, se debe limitar la profundidad y la duración de las inmersiones y se debe ascender realizando paradas de descompresión, como lo indican los manuales de buceo. Usualmente en estos documentos se detalla la forma correcta de ascenso para permitir la expulsión del exceso de nitrógeno sin causar lesiones. Las computadoras de buceo son de gran ayuda para el cálculo de un retorno seguro hasta la superficie y de las paradas necesarias a realizar para la correcta descompresión.


Además de las guías utilizadas para el ascenso, es usual que los buzos realicen una parada de seguridad por unos minutos, a 4 ó 5 metros de la superficie. Sin embargo, si no se toman en cuenta todos los factores de riesgo (que son diferentes para cada buzo) o si no se respetan las recomendaciones de las tablas o las computadoras de buceo, puede existir el riesgo de la enfermedad por descompresión.


Otro dato muy importante para prevenir esta situación, particularmente si se está de vacaciones en otro país, es que se debe respetar un periodo de 15 horas, como mínimo, para poder volar después de haber realizado la última inmersión. La altitud puede aumentar el riesgo de sufrir trastornos por descompresión. Lo ideal es dejar un día completo de descanso para que el cuerpo se estabilice, ya que el exceso de nitrógeno seguirá disuelto en los tejidos corporales durante al menos 12 horas.


Si existiera el caso de que se haya sufrido una descompresión, por la causa que fuera, no es recomendable bucear de nuevo hasta haberse realizado una evaluación médica completa que dé garantías de estar en óptimas condiciones de nuevo. Esto es crucial para no arriesgar la salud, en especial porque los tejidos con alto contenido graso, como el cerebro y la médula espinal, son los más afectados por el hecho de que el nitrógeno se disuelve fácil y rápidamente en la grasa.




Tratamiento


Cuando se llega a sufrir una descompresión, el tratamiento más usual es con oxígeno o, en algunas ocasiones, con terapia de recompresión. Aproximadamente el 80% de las personas que se ven en esta situación se recuperan por completo.


Los buzos que llegan a experimentar una leve picazón, fatiga o erupción en la piel, por lo general se estabilizan con la respiración de oxígeno puro a través de una mascarilla, pero se deben mantener bajo observación en caso de que aparezcan síntomas un poco más graves.


Cualquier otro síntoma del trastorno por descompresión, necesita tratarse en una cámara de recompresión o cámara hiperbárica (también llamada cámara de alta presión), ya que ésta restaura la circulación sanguínea normal y el nivel de oxígeno en los tejidos afectados. Después de la recompresión, la presión se comienza a reducir poco a poco, para dar tiempo al exceso de gases de que abandonen el organismo sin causar ninguna lesión grave.


Las personas que presentan un dolor moderado, pasajero o ciertos síntomas neurológicos, también deben tratarse en la cámara hiperbárica, debido a que los síntomas pueden aparecer o agravarse incluso 24 horas después de la inmersión. Este tipo de terapia es beneficiosa para la persona hasta 48 horas después del buceo, por lo que debe aplicarse incluso si se requiere hacer un viaje considerable para llegar hasta la cámara. Dado que prolongar el tratamiento de recompresión aumenta el riesgo de que las lesiones se tornen permanentes, durante el tiempo de espera o transporte debe administrarse oxígeno de forma continua a través de una mascarilla facial bien ajustada.


Debemos recordar que los incidentes se pueden dar en cualquier momento, pero también que son muy fáciles de evitar al seguir correctamente todas las instrucciones e indicaciones del guía o la persona a cargo de la expedición. La seguridad siempre es primero, por ello, el estudio y la planificación correcta de las inmersiones son esenciales para todos los buzos, sin importar el nivel de experiencia.


Seguir todas las indicaciones harán de la inmersión una aventura segura e inolvidable al mismo tiempo. Vela por tener la mejor experiencia bajo el agua y ¡dale buceo a tu vida con Dive Costa Rica!



Diego Cantillano Delgado: 2007- Dive Master PADI #235272 2007- OWSI PADI #235271 2017- Instructor de especialidad PADI 2015 -50 Elite Instructor PADI 2018 -100 Elite Instructor PADI 2016-Buzo Comercial IDSA 2016- Buzo Comercial certificado por la Generalitat De Catalunya, España



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