Para dominar cualquier técnica que estemos aprendiendo, se deben seguir bases o principios que permitan una ejecución correcta de la misma. En el buceo, esos principios son clave fundamental para mejorar nuestro desempeño bajo el agua. Uno de los más importantes es la flotabilidad. Pero ¿por qué es tan importante a la hora de bucear?
El control de la flotabilidad es, muchas veces, una de las técnicas que cuesta más dominar cuando se es principiante, por eso es indispensable practicar bastante para llegar a controlarla y mejorar nuestro buceo. Una correcta flotabilidad permite que se bucee de forma segura, controlando de manera oportuna la profundidad que necesitamos mantener, la velocidad de los ascensos, descensos y la preservación del medio que nos rodea, minimizando el impacto en el fondo marino para conservar una buena visibilidad en nuestra inmersión.
Algo importante a tener en cuenta es que, en el buceo, se busca mantener una flotabilidad neutra. Ese es el objetivo principal. Ahora bien, existen tres tipos de flotabilidad:
1. Positiva: Es la que nos empuja hacia arriba.
2. Negativa: Es la que nos hunde.
3. Neutra: Aquella que nos permite flotar inmóviles, sin necesidad de utilizar las manos ni aletear. También nos permite ascender y descender distancias cortas usando la respiración, sin necesidad de estar inflando y desinflando el chaleco constantemente.
La flotabilidad en el buceo no puede considerarse un factor estático, sino que está cambiando continuamente durante la inmersión. Hay factores que afectan la flotabilidad neutra y debemos tenerlos en cuenta para mejorar nuestra experiencia en las profundidades.
Entre estos factores encontramos el traje que estemos utilizando, la profundidad a la que nos encontramos en cada momento, el lastre, el equipo de buceo utilizado y la respiración. Sin embargo, de todas estas variables, podríamos decir que el equipo de buceo, cantidad y distribución del lastre son las claves principales de la flotabilidad. Es indispensable, por tanto, saber calcular la cantidad adecuada de lastre, determinar la posición adecuada de éste y usar la respiración de forma correcta.
Pensar en usar mucha cantidad de lastre para controlar la flotabilidad, es un error común pero que todo buzo debería evitar. El exceso de lastre puede parecer una opción fácil para descender con facilidad, pero esta acción obliga luego a que se deba agregar más aire al chaleco. Este juego de “sube y baja” deja al buceador más expuesto a los cambios de presión.
La distribución correcta y equilibrada del peso que utilizamos al bucear es también clave para el control de la flotabilidad. La posición horizontal es la que menor resistencia nos presenta a la hora de avanzar, por esta razón, la distribución del lastre nos ayuda a mantener con facilidad esta posición para bucear de manera controlada.
Por último, un elemento clave para controlar la flotabilidad en el buceo, es la correcta respiración. Mediante este factor, lograremos un desarrollo correcto de esta habilidad. Cuando llenamos y vaciamos nuestros pulmones de aire, conseguimos ascender y descender dentro del agua. Al expandirse y contraerse la flotabilidad propia se modifica, de igual manera que lo hacemos con el lastre. La respiración debe ser lenta y profunda para ayudarnos a mantener controlada la flotabilidad, pero al mismo tiempo, el buceador logra reducir el riesgo de sufrir enfermedad por descompresión.
Podemos decir entonces, como en todo en la vida, que la práctica hace al maestro. Tomar en cuenta los factores correctos y realizar inmersiones para mejorar nuestra flotabilidad, nos ayudará a mejorar nuestra técnica cada vez más.
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